

El emeritense Fernando González con sus dos hijos que sufren distrofia muscular.
/ BRÍGIDO
«Cuando plancho por un lado, se me arruga por el otro. Es lo que peor se me da», confiesa no sin complejos Fernando González.
El resto, que es todo lo que lo que hay que hacer en una casa con niños pequeños, lo realiza sin apenas ayuda y sin problemas.
Desde hace nueve años este emeritense vive volcado exclusivamente en atender a sus dos hijos, que sufren distrofia muscular, la misma enfermedad que mató a su esposa, Ana María, el año pasado.
Hace unos meses recibió el alta de la Seguridad Social como cuidador de sus niños, pero su trabajo es de 24 horas al día, 365 días al año, domingos y festivos, y sin turnos de descanso.
83.000 hogares y así hacen, muchas veces sin apoyo de ningún tipo, en 83.800 hogares extremeños en los que, según el INE, hay una persona al menos con discapacidad.
En total, representa el 22% de las familias, y en 1.400 de ellas tienen hasta tres o más personas que necesitan ayuda para realizar tareas básicas a su cargo, según hizo público ayer el Instituto Nacional de Estadística en el primer estudio sobre la discapacidad y la dependencia en España que se elabora en los últimos 10 años.Extremadura es, según este estudio, la segunda comunidad con el mayor porcentaje de discapacidad: 11 de cada 100, sólo por detrás de Galicia, que registra el 11,3%. La ciudad autónoma de Melilla es la que más: el 11,9%.En total, en la comunidad extremeña hay 111.000 personas con alguna discapacidad: 69.000 mujeres, y 42.000 hombres.El 34% de ellos, prácticamente uno de cada tres, no recibe ningún tipo de ayuda, ni económica, ni asistencial, ni técnica, ni personal, refleja el estudio del INE.
Así estuvo durante mucho tiempo Fernando González, que tuvo que dejar de trabajar hace nueve años para atender a su mujer, ya muy grave, y a sus pequeños.
En aquellos años no había ni Ley de Dependencia ni casi concepto de 'dependiente'. La vida era dura, y mala suerte al que le tocara.
El único ingreso fijo que entraba en su casa eran los 328 euros que recibía su hija como pensión por su discapacidad, ya que además d distrofia muscular, sufre retraso intelectual y psicomotor.«Muchos días no sabíamos si íbamos a tener para comer, y vestía a mis hijos con lo que me daban», recordaba ayer como si se tratara de un pasado lejano, porque ahora su situación ha cambiado de forma radical.
Vida más placentera
Gracias a la Ley de Dependencia, recibe una ayuda de 506,96 euros por cada hijo, y la vida ya es de otro color. «Ahora tenemos para comer, y para comprar pijamitas y chándals a los niños», destaca.
El dinero no le da para comprar la colección de vídeos sobre el cuerpo humano que le pide su hijo, pero intentará conseguirla, poco a poco, por Internet.
No es el único caso en el que la vida ha cambiado de color gracias al apoyo de las instituciones a los dependientes. Según el INE, un 26% de extremeños con dependencia recibe ya ayuda asistencial y técnica, y un 35,4% dispone de asistencia o ayuda personal.
En el caso de Fernando la ayuda es casi exclusivamente de índole económica, aunque el Ayuntamiento de Mérida también intenta echarle una mano.
Se levanta a las 7.30 de la mañana. Peina, lava y da de desayunar a su hijo Fernando, de nueve años, para estar a las 8.30 en la parada del autobús que lo llevará a un colegio de Educación Especial.
Vuelve corriendo a casa. Ayuda a la señora que baña a su hija, de 25 años, que «no quiere que ningún tío la vea», le soltó un día. No le quedó más remedio que acudir al Ayuntamiento en demanda de ayuda, porque él también pasaba sus «apuros» cuando tenía que lavar y vestir a la «niña».
Ana María tiene mucho carácter y las ideas muy claras respecto a lo que quiere, y lo que no. Y en este asunto se ha mostrado tajante.
A las 9.30 la acerca también a la parada del autobús que la llevará al centro de Aprosuba 7, y vuelve a casa de nuevo. Hace la comida, barre, friega, coloca, va a la compra y a los recados.
Una mujer va 45 minutos tres veces en semana, y «no le da tiempo de nada, así que le digo que planche».
Por la tarde se ocupa de los niños, que juegan, pintan, ven dibujos y también escuchan música. A las ocho y media de la noche ya está preparando la cena. ~
Hasta novia por Internet
Todo su mundo está dentro de su casa.
Hasta novia ha buscado por Internet, porque él nunca deja solos a sus hijos, confiesa. Aunque su mujer murió el año pasado, no oculta su ilusión. «No tengo nada que ocultar. Yo ya le dí a mi mujer todo lo que pude en vida. Y ahora necesito a alguien en mi vida, y mis hijos también necesitan del apoyo de una mujer», asegura.
Por el momento, están «hablando», explica cuando describe su relación con María Elena, una colombiana que ya sabe de todas las obligaciones que le esperan si decide venirse a España a vivirse con él, como parece que hará a finales de este año.«Es que toda mi vida son obligaciones. Yo no salgo de copas ningún fin de semana, y siempre estoy en casa. Me he llevado muchas decepciones y he sufrido mucho rechazo por esta circunstancia», confiesa.
El aislamiento social es el menor de los males para muchos discapacitados en Extremadura. Más de la mitad de los casi 80.000 declarados sufren una discapacidad total, y 22.400, severa.La mayoría son mujeres (52.900), y un elevado porcentaje superan los 65 años (27.300 de ambos sexos). La principal causa de discapacidad en la región es la falta de movilidad, señala el INE, un problema que sufre más de la mitad de los extremeños afectados.