

Frente a la cada vez mayor influencia de la cultura anglosajona en nuestro país, escribo estas líneas para defender y promover, dentro de la normativa legal y marco conservacionista, una actividad ancestral muy nuestra, practicada en la Península Ibérica desde tiempos inmemoriales, nos referimos a lo que viene denominándose desde los finales de los años 90 el Silvestrismo