La contaminación de los bosques de pinos que rodea la
zona de exclusión de la planta nuclear de Chernobyl, en Ucrania, es tan
alta que un incendio forestal podría provocar una nube de humo
radiactivo devastadora.
Al norte de Kiev se pueden ver grupos de
ancianas y nietas que se protegen del sofocante sol bajo la sombra de
los altos pinos que bordean la carretera.
Es la temporada de los arándanos y ellas los venden en vasos
plásticos de cerveza. A simple vista se podrían consumir, pero Sergiy
Zibtsev, profesor del Instituto Forestal de la Universidad de Kiev, no
lo recomienda: están contaminados con estroncio radioactivo.
Los frutos del bosque tienen la capacidad de
absorber y almacenar radionucleidos, muchos de los cuales provienen de
los penachos de humo que la explosión de Chernobyl dispersó por la
antigua ex Unión Soviética y Europa occidental.
Las mediciones de radiación sólo se realizan en
los mercados oficiales. En cuanto a los cientos de puestos de frutas
improvisadas, generalmente organizados por mujeres mayores, nunca se
comprueban los niveles de radiactividad.
Sin embargo, no todos los frutos del bosque son
perjudiciales. En una ración tal vez sólo una cuarta parte estará
contaminada. Lo principal es asegurarse de no ponerlos todos los días
con los cereales.
Además de las vendedoras de arándanos, la
periferia de la zona de exclusión de Chernobyl se nota más ocupada que
cuando la visité hace un par de años.