6 de abril de 2013

'El canto vigoroso de los fringilideos'



Forman la familia de pájaros más común en nuestras arboledas; revuelan por todo tipo de hábitats donde haya algo de cobertura arbórea, ya sea un bosque de montaña, un seto o una calle arbolada. Son además muy conocidos. Quizá no todo el mundo sepa lo que es un lúgano, o un camachuelo. Pero todos conocemos a los jilgueros, los verderones y los canarios.
Son los fringílidos. Unas aves rechonchas, con un gordo pico adaptado a comer semillas y unos cantos siempre potentes, melódicos, formados por rápidos y decididos parloteos encadenados.

Algunos de los pájaros más abundantes son fringílidos. El pinzón vulgar, por ejemplo, es una especie predominante en casi cualquier bosque europeo.  Los pinzones abren la primavera con un canto impetuoso, como una cascada de voz que empieza con unas notas titubeantes que encadenan con un trino descendente. Pero mejor que describirlo es escucharlo en la grabación.

El color verde domina en el plumaje de muchos fringílidos. Tanto que algunos hasta lo llevan escrito en el nombre: los verdecillos, con una voz que parece una sacudida nerviosa, y los verderones, de trino más pausado.

También los lúganos son verdes, con capirote negro  los machos. La mayoría de los  fringílidos están ya criando, lo que significa que han deshecho los bandos y cada macho canta por su cuenta. Pero algunos lúganos todavía no se ha enterado y siguen en grupo, parloteando de aquí para allá.

No todos los fringílidos tienen voces adornadas. La nota simple del grupo la pone el camachuelo común,  con un silbido corto, triste y melancólico. Más rara aún, ajustada a su nombre, es la llamada, como de instrumento de juguete, de los camachuelos trompeteros.

Foto
Un lúgano sobre una rama desnuda en las inmediaciones de Valsaín (Segovia). | Carlos de Hita.
Si los verdecillos y verderones eran verdes, los pardillos está claro de qué color son; y el plumaje de los jilgueros los tiene casi todos. Unos y otros compiten al enrevesar sus parloteos, con clara ventaja para los segundos. Ante ellos palidece la voz de los piquituertos.
En otros bosques, más templados, más al sur, se escuchan otros fringílidos. En los pinares canarios cantan los pinzones azules, hasta no hace mucho conocidos como pinzones del Teide.  Y de casi cualquier mata arbustiva brota el familiar parloteo del canario silvestre, un pájaro que  no se sabe si da o toma el nombre de las islas en las que vive.
en el Mundo.es
Autor :  Carlos Hita
Observação: tem um mp3

Jan Kubelik plays "Zephyr" by Hubay